lunes, agosto 23, 2010

Entre lo natural y lo desnaturalizado

La legislación mexicana ante la realidad de la diversidad sexual

La diversidad sexual existe desde que el hombre es hombre, la historia heroica de Harmodio y Aristogeitón en la antigua Atenas tiene más de 2,500 años de antigüedad. La homosexualidad es una realidad y su “calidad moral” sólo ha dependido de la ética de cada cultura. Y la ley del hombre, en cualquier cultura, sólo ha tenido dos caminos a seguir (al igual que con cualquier fenómeno de convivencia), ignorar que existen ciudadanos con preferencias sexuales diferentes, o legislar en torno a ello.

Yo imagino a la ley como una mujer fanática del empirismo de Berkeley, que lleva el Esse est percipi a consecuencias ridículas; es decir, para la ley, cualquier situación o condición de convivencia no existe hasta que es percibido por ella. Pero como demostrarían los pensadores posteriores al ilustre y religioso Sir George, el mundo alrededor existe de una u otra forma, ya sea con Dios o sin él. Y es por ello que las leyes se han ido complicando cada vez más en su estructura, conforme han ido “percibiendo” diferentes fenómenos.

En estos tiempos, la ley mexicana se ha “dado cuenta” por fin de la existencia de ciudadanos con preferencias sexuales alternativas a las “convencionales” y que existen desde hace mucho mucho tiempo, parejas del mismo sexo que hasta hoy no tenían reconocimiento oficial.

Obviamente, este reconocimiento legal no fue bien recibido por la sociedad conservadora del país, y la decisión de la suprema corte de darle la calidad de matrimonio y el consecuente derecho a la adopción a estas parejas parece haber sido la gota que derramó el cáliz.

Sin embargo, el debate ha sido llevado por caminos y a lugares cada vez más absurdos, ridículos y ociosos. Los dos frentes se descalifican, se insultan y se atacan la mayoría de las veces sin fundamento y de forma visceral. Ambos desgarrándose las vestiduras por ideologías, y tratando de que la otra parte entienda de una vez por todas que la verdad está de su lado. Cuando sabemos que la verdad es siempre relativa.

La comunidad LGBT hace muy bien en exigir que la ley los perciba y los reconozca como ciudadanos con derecho a hacer su vida con quien ellos prefieran, y que les sean reconocidos los derechos que tienen las parejas “convencionales”.

La iglesia católica tiene toda la razón en condenar estas uniones pues no van de acuerdo a sus preceptos. Si bien ha mostrado gran apertura, particularmente desde el tiempo de Juan Pablo II, no puede ni debe permitir que se pierda el simbolismo y los significantes sagrados de la familia tradicional.

En lo que se equivocan ambas partes es en exigir al contrario bajar la cabeza y abdicar a su ideología, pues todas las guerras y conflictos del hombre han surgido exactamente de la misma equivocación.

Se habla de lo que es natural y lo que no lo es, pero en la naturaleza no hay leyes tan complejas como las que tiene la sociedad. En la naturaleza existen pactos y códigos en pro de la supervivencia de la especie, pero la ley del hombre va mucho más allá de la supervivencia, las leyes están escritas en torno a la convivencia de los seres humanos.

Como afirma Russel en su libro "Sociedad Humana, Ética y Política", los individuos son libres de hacer lo que quieran siempre y cuando sus deseos no trastoquen la libertad de otros individuos. La ley es completamente desnaturalizada, pues no tiende sólo a preservar la especie, sino a crear una sociedad justa y libre (conceptos que evidentemente los animales no conocen, pues si lo hicieran, ya hubieran formado asociaciones y partidos políticos).

La Iglesia Católica tiene todo el derecho de prohibir a los Católicos (y solamente a ellos) inclusive el hecho de ser homosexuales. Pero no tiene facultades legales para castigar a ningún católico homosexual, los cuales existen e incluso viven su fe de forma ejemplar.

La gente Católica, o de cualquier religión, partido o ideología que piense que ser homosexual es antinatural o “malo” tiene todo el derecho de pensar así, y no tiene por qué ser atacada de retrógrada, moralista o hipócrita.

De la misma forma, la comunidad LGBT tiene derecho a exigir legitimidad y seguridad social, pero no debe esperar que una Institución que lleva casi dos mil años en el mismo orden de ideas, les de la bendición, o deje de opinar. Eso sí, tampoco tienen por qué soportar ataques y segregaciones.

Y muy al margen del debate, las parejas del mismo sexo existen, los hijos con dos papás o dos mamás existen, y nuestra constitución es muy clara en su primer artículo:

ARTICULO 1o.- EN LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS TODO INDIVIDUO GOZARA DE LAS GARANTIAS QUE OTORGA ESTA CONSTITUCION, LAS CUALES NO PODRAN RESTRINGIRSE NI SUSPENDERSE, SINO EN LOS CASOS Y CON LAS CONDICIONES QUE ELLA MISMA ESTABLECE...

...QUEDA PROHIBIDA TODA DISCRIMINACION MOTIVADA POR ORIGEN ETNICO O NACIONAL, EL GENERO, LA EDAD, LAS DISCAPACIDADES, LA CONDICION SOCIAL, LAS CONDICIONES DE SALUD, LA RELIGION, LAS OPINIONES, LAS PREFERENCIAS, EL ESTADO CIVIL O CUALQUIER OTRA QUE ATENTE CONTRA LA DIGNIDAD HUMANA Y TENGA POR OBJETO ANULAR O MENOSCABAR LOS DERECHOS Y LIBERTADES DE LAS PERSONAS. (REFORMADO MEDIANTE DECRETO, PUBLICADO EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACION EL 04 DE DICIEMBRE DEL 2006)

De ninguna manera es necesario ser un experto abogado para entender lo que significa “Todo individuo” y “Toda discriminación”, si la Suprema Corte de Justicia de la Nación otorgó la calidad de matrimonio a las uniones entre parejas del mismo sexo, tienen por lo tanto los mismos derechos y obligaciones que cualquier matrimonio, y sería discriminatorio no permitir (prohibir) de facto el derecho de una pareja homosexual a elegir libremente al cónyuge, a decidir el número y espaciemiento de los hijos, a emplear cualquier método de reproducción asistida, el derecho a adoptar, etc. Sin contar prestaciones de ley, acceso a créditos y demás menesteres.

Hay quien piensa erróneamente que ahora “los gays” irán en masa a casarse y a adoptar niños de forma compulsiva. Cuando la realidad es que las bodas seguirán su curso normal, y en el mundo hay entre 6 y 10 millones de niños que viven actualmente en una casa liderada por una pareja del mismo sexo. No se legisla para provocar, sino para regular.

La ley en México dejó de hacerse de la vista gorda con respecto a los fenómenos sociales alrededor de las parejas del mismo sexo. La problemática al fin fue percibida, se legisló en torno a la mismo e independientemente de nuestra opinión personal, nuestra escala de valores, creencias religiosas o de la naturaleza en sí misma, como ciudadanos de este país debemos acatarla y respetarla.