martes, abril 18, 2006

El trámite de Ausencio

Típica oficina burocrática, eso sí, bastante limpia. La fila, como todos los días de quincena, interminable, hasta que al fin, llega el turno de Ausencio.

Ausencio llega a la ventanilla, enseña sus documentos: originales, copias, firmas, mas copias y cuatro formas llenadas a mano y/o a máquina con datos muy pertinentes como el número de focos en su casa o la cantidad de horas que pasa en promedio viendo el canal dos en un año.

Una vez hecho esto, Ausencio pasa al cubículo tres donde es atendido por un sujeto muy simpático.

- Buenas tardes

- Buenas tardes señor... Ausencio, Ausencio Gómez Echaleganas. Ese es su nombre ¿verdad?

- Si, si señor... Ese es mi nombre

- Muy bien señor Ausencio, no se ponga nervioso. Le tengo que hacer unas preguntas de rutina, nada tienen que ver con su trámite, sólo que, pues nos lo exigen... allá arriba, usted sabe. Muy bien, dígame: ¿Cuál es la razón por la que usted desea vender su alma al diablo? Le repito, no se me ponga nervioso, conteste con tranquilidad.

- Pues mire señor, ora si que mas que nada, pues lo que yo deseo es hacer feliz a mi papá. Desde que mi jefecita falleció, pues él se ha sacrificado día a día por mí, porque yo tenga una vida mejor que la que él tuvo.

- Su padre es el señor... déjeme ver su solicitud. Ah si, el señor Aparicio Gómez Casimealcanzan

- Si señor, ese es mi papá, un gran hombre, un gran ejemplo, siempre ayudando a los demás, muy desprendido. Y sin embargo, por alguna razón no es feliz.

- Y usted lo que quiere es que hagamos feliz a su padre

- Ajá, quiero que le cumplan el mayor de sus deseos, el que más haya anhelado en toda su vida

- ¿Y usted sabe cuál es ese deseo?

- No,

- Pero quiere que se le conceda

- Sí

- A cambio de su alma inmortal

- Sí

- ¿Y de sufrir los eternos castigos del inframundo?

- ¿Si?

- ¡Sí, porque es su padre y usted lo quiere!

- ¡Sí! ¡A huevo maldita sea!

- Está bien, sólo tiene que firmar aquí

- ¿Donde dice firma?

- Justamente

- Pos sí verda´, ¿Es todo?

- Por supuesto


- . . . . . . . .


Ausencio se nos pone muy ausente de repente...



(El mayor deseo de Don Aparicio,
era que Ausencio nunca hubiera nacido)



No hay comentarios.: