miércoles, julio 26, 2006

Individuo masa

La masa como poderosa influencia en el comportamiento y el pensamiento del individuo.

El hombre es un ser social, un zoon polikon de acuedo a Aristóteles, mismo que dijo alguna vez “el hombre que está sólo, es un dios, o es una bestia”. Siendo así, el hombre desde su primer respiro de vida vive adaptándose a ciertos patrones y conductas inculcadas por su familia, que es la unidad mínima de la sociedad. A partir de esto, de su impronta genética y de su experiencia, el individuo va forjando su personalidad, va seleccionando desde sus amigos y sus gustos hasta sus principios y valores.

Sin embargo, al mismo tiempo que el hombre es insertado en la sociedad, es también insertado en un fenómeno inherente a la misma: la masa. Esta forma de vida tiene su propio comportamiento paralelo al de la sociedad, un comportamiento primordialmente irracional y carente de sentido, que afecta poderosamente al individuo. El objetivo principal de este texto, es hacer una reflexión sobre la influencia que la masa puede tener sobre el individuo, particularmente en su comportamiento y en su pensamiento.

La masa puede definirse como un agrupamiento social carente de organización. Acudiendo a las propias raíces, nos damos cuenta de que etimológicamente, masa aparece en el castellano entre los años 1220 y 1250 proviene del latín massa que significa “amontonamiento, pasta”, es decir, un todo homogéneo, indiferenciable en sus componentes y amorfo en sus contornos, y solamente comprensible en su sinteticidad, no analizable, caótico, un puto desmadre.

Masa es un término más “masivo” que muchedumbre o su cultismo multitud (del latín multus, muchos) cuyas partes, por muchas que sean, se pueden desagregar una por una y, por supuesto, practicarles una psicología individual por separado. La masa a la que me refiero es precisamente ese todo diferente a sus partes, dentro del cuál, éstas pierden sus características fundamentales para adoptar, sin darse cuenta, las características de esta extraña creación.

Distinto a lo que podríamos pensar, para estar insertos en una masa, no es condición necesaria ni suficiente, el estar rodeado de mucha gente, vamos, ni siquiera tenemos que estar acompañados para sentir en nosotros ese comportamiento masivo, ya que esta nos envuelve no precisamente de forma física, sino fundamentalmente de forma psicológica. Nos influye, e influye nuestra forma de vida de una forma muy importante.


En 1930, se publica La rebelión de las masas, la clásica obra del pensador y excelente escritor español Ortega y Gasset. En lo que sigue del siglo el concepto de masa es incorporado y desarrollado profundamente por el pensamiento filosófico y sociológico, en general con la connotación de pérdida de identidad para el individuo a la vez que de adquisición de una capacidad para realizar actos que no realizaría estando solo.

Originariamente, la masa requería la presencia física de los individuos reunidos, se requería para considerar a la masa como tal, el conjunto numeroso de individuos que pierden las fronteras de su propia personalidad entre la muchedumbre presente que los cobija. Sintiéndose así sólo un ladrillo más en la pared, y al mismo tiempo, gozando de los poderes, la protección y la fuerza de la pared misma.

Estando juntos, conglomerados en el mismo lugar, inadvertidos por la homogeneidad del grupo somos capaces de ser más aventurados en la realización de actos irracionales, o bien, nos sentimos extrañamente cómodos llevándolos a cabo.

Una sola persona bailando “Caballo Dorado” se ve como un idiota; pero un grupo suficientemente grande de idiotas bailando lo mismo, se sentirá a salvo de las críticas e incluso, estará en posición de criticar y cuestionar a “esos pinches aguados” que no están brincando como imbéciles.

Mas cuando adviene la revolución de la comunicación, con la radio y la televisión y todo eso, el individuo, como ya explicamos, no precisa ya encontrarse físicamente en una situación de masa para incorporar las características de la masificación, tales como, por ejemplo, la pérdida del criterio personal, la asimilación de odios y afectos inexplicables, frenesíes eufóricos, violentos, dramáticos, adopción de instintivos dogmas de fe, la compra compulsiva de perros afeminados, etc.

De ésta forma, el individuo encuentra una forma pasiva pero cómoda de llevar un estilo de vida, ya que siente la seguridad de hacerlo en función de lo que "se dice" y de lo que "se hace". No tiene la responsabilidad, ni la obligación, ni es tampoco proclive a la muy probable frustración de emprender caminos diferentes, pues ya todo está dado de facto, los caminos están trazados frente a nosotros y no tenemos mas dificultad que la de seguirlos exactamente como los siguieron nuestros ancestros.

Actuando como actúan todos a nuestro alrededor, aspirando a las mismas cosas y emprendiendo su búsqueda a través de los caminos probados por todos, serán realmente muy pocas las dificultades que encontraremos para conseguir nuestro ideal de vida. Que es el mismo de todos los demás.

Claro, la dificultad radica en el hecho de aspirar a algo distinto, de no ser afecto a las mismas cosas que todos los demás. Habrá quien no le vea beneficio real al hecho de estudiar una carrera, o a quien no le llamen la atención las ofertas de Liverpool, quien no quiera casarse y reproducirse, quien no quiera TV por cable y a quien le cague el café descafeinado.

Pero basta con una simple excentricidad como ésta, para que la masa que decidiste abandonar, te tache de desadaptado, de antisocial, de conflictivo y hasta de miembro dañino y nocivo para la forma de vida estándar. De ahí, que nos vemos en la penosa necesidad de aceptar concesiones que limiten nuestra individualidad, y muchos lo hacen a tal grado, que terminan sus días frustrados porque compraron un ideal de vida que en realidad, quedó lejos de ser satisfactorio, y cuya garantía expiró.

Ese es el punto álgido de lo que quiero decir, vivimos en un entorno que busca la masificación, imponiéndonos patrones irracionales y ambiguos, imponiendo formas de comportamiento estúpidas que en muchas ocasiones se confrontan directamente con nuestra individualidad, llegando incluso a crearnos toda una imagen en ocasiones desfavorable de nosotros mismos, al ser incapaces de entrar en ese rol que nos han dado. Es entonces que debemos tomar una decisión, o seguimos lo que nos dice la masa, por más que nos llegue a lastimar, o nos volvemos inadaptados.

Pero cuidado, no crean que se salvaron los que votaron por el peje y quemaron su tarjeta Liverpool; también esos que se dicen rebeldes y gritan “éste puño sí se ve”, y se ponen camisetas del che, y están en pro del anarquismo, y hacen marchas contra el puto neoliberalismo y claman por la revolución y todo ese desmadre, esos también son masa, la masa de los que no están de acuerdo con nada.

Seguir códigos preestablecidos que no te hacen feliz, y que no tienen ningún sentido para ti, con tal de pertenecer a un grupo, te convierte en parte de una masa, la masa que te obliga a seguir éstos dogmas estúpidos. Y es que ahora ya hay grupos para todo; sin importar lo exótico que seas, ahora con Internet es posible encontrar más desquiciados como tú. Si te excitas observando Yorkshire Terriers disfrazados de power rangers fornicando con mapaches ciegos, prepárate, porque pronto, encontrarás un sitio en Internet llamado apropiadamente www.mightymorphinyorkshirerangersfuckingblindracoons.com


A la mierda con el sentido de pertenencia, el triunfo del individuo será la elaboración completa y madura de sus propios códigos de conducta. La masa influye al individuo al grado de hacerlo pensar que lo establecido por ella es lo correcto, obligándolo prácticamente a trazar su plan de vida en función de éstas reglas, de éstos esquemas probados. Claro que el individuo puede decidir si atiende o no a las órdenes de la masa, pero de no encajar en la misma, será tachado de excéntrico e incluso, de peligroso.

Mi consejo sería éste: si no te importa mucho lo que digan de ti, y tienes ganas de descubrir qué se siente llevar tu vida de otra forma, si tus aspiraciones son ligeramente distintas y te sientes seguro de que si la cagas sabrás cómo resolverlo, entonces manda a la mierda a la puta masa y haz lo que se te pegue la gana con tu pinche vida. De cualquier forma, a la masa no le importamos un carajo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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